sábado, 15 de septiembre de 2012

¡Bueno el cilantro,pero no tanto!


 ¿Por qué tanta gente odia el cilantro?

Según un estudio reciente, el misterio se explica por determinadas características genéticas. Muchas personas, incluso chefs como la afamada Julia Child (ya fallecida), opinan que el aroma y sabor del cilantro llega a ser “ofensivo”. A raíz de esto, algunos científicos se venían preguntando si la aversión al cilantro podría tener una causa genética. Parece que la respuesta definitiva es que sí.
La gente de la firma especialista en genética 23andMe, con sede en Mountain View, Estados Unidos, encuestó a treinta mil personas en una investigación al mando de Nicholas Eriksson y encontró en ellas variantes genéticas relacionadas con el odio al cilantro.
La hipótesis es que dentro de un grupo de genes de receptores olfativos se ubica el gen OR6A2, que codifica un receptor que a ciertas personas le genera sensibilidad hacia los aromas que remiten a productos químicos. Y todo aquel que haya acercado su nariz a un manojo de cilantro sabe que su aroma es un poco así... Cercano a la lavandina, dicen algunos.
Esto indica que la genética juega un papel importante a la hora de determinar qué alimentos preferimos, pero también son determinantes las tradiciones y las primeras experiencias que tengamos con los alimentos. Según otro estudio sobre el cilantro realizado por la Universidad de Toronto sobre 1400 personas, el gusto o disgusto por la hierba está en fuerte relación con las raíces geográficas y culturales de cada quien.
Los originarios de Asia Oriental, por ejemplo, tienden a ser enemigos del cilantro: un 21% de la población de esa zona demostró no tolerarlo. Al contrario, los oriundos de Oriente Medio son grandes fanáticos, con sólo el 3% de personas que odian la hierba. Los europeos están más cerca del odio, con un 17% de personas estudiadas que no tolera su sabor.
No hay estudios sobre América Latina, pero analizando el mapa gastronónico podríamos asegurar que son las zonas andinas la más afectas a esta hierba, mientras que en Argentina, varios todavía se están acostumbrando.
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